miércoles, 11 de abril de 2018

Paris-Roubaix 2018





La Paris-Roubaix de este año ha quedado marcada por la tragedia, tragedia de las chungas, Michel Gooelaerts de 23 años sufrió un paro cardiaco en plena carrera y, a pesar de ser reanimado por los servicios médicos de la organización, falleció horas más tarde en el hospital.

Dejemos de lado este desolador incidente y hablemos de la carrera, de Roubaix y su velódromo, del ciclismo con mayúsculas, del infierno del norte, de la clásica de las clásicas, donde lo imprevisible y lo mágico se cruza.

La carrera hay que verla de 150 kilómetros para el final, como lo hicimos nosotros, cuando empieza el pavé. Solo por ver las imágenes en cámara super-rápida, MOTOR SUPER RALENTI 300 IMAGES SECONDE, ya es tiempo bien invertido.


De empiece, para dar emoción a los primeros compases, la habitual escapada: Sven Erik Bystrom, Silvan Dillier, Ludovic Robeet, Jimmy Duquennoy, Jelle Wallays, Geoffrey Soupe, Gatis Smukulis, Jay Robert Thomson y Marc Soler. Y aquí tenemos que pararnos, vamos a hacer la ola a Soler, por disputar la prueba y por buscar ser protagonista. Vamos también a mostrar nuestra indignación por tener que ver a Alejandro Valverde y Andrey Amador corriendo el Premio Primavera, por hacer el paripé, por no tener la gallardía ni la hombría de ir a Roubaix, a la carrera. A Benoot se lo perdonamos porque ha corrido toda la semana flamenca, pero no se puede tolerar que Valverde no corra la Itzulia ni Roubaix. Vale menos otro triunfo en Lieja que renunciar a entrar en el velódromo.


Volvamos al tema. Ya estábamos todos ansiosos, esperando el paso por Arenberg, el principio del final. Del bosque salieron destacados Mike Theunisen y Philippe Gilbert, lucharon con ganas unos cuantos kilómetros pero eran dos hombres demasiado nombres, el pelotón no dio chance y los neutralizaron. Era evidente que QuickStep se tomaba su condición de escuadra favorita en serio, y a falta de nada menos que 75kms, lanzó a uno de sus ases, Zdenek Stybar, que cazó y soltó como si nada a un descolgado Marc Soler. Por delante quedaban todavía tres supervivientes Bystrom, Dillier y Wallays, a los que Stybar nunca alcanzó. El checo, al igual que Gilbert, es un gallo muy gallo; regalos, los mínimos. A destacar el trabajo titánico de Marcus Burghardt para tumbar el intento.
 
La carrera ya iba lanzadísima, camino del tramo cinco estrellas de Mons-en-Pévéle. Tan lanzada iba, que un bandazo y corrección en el grupo cabecero provocó la caída y descarte para la victoria de Alexander Kristoff, Tony Martin y Luke Rowe. Ya neutralizado Stybar, hizo su embite Peter Sagan, lo hizo en asfalto, a falta de 54kms para la meta y pilló a contrapie a los QuickStep. En apenas tres kilómetros conectó con el trío cabecero. El primero en ceder fue Bystrom, después Wallays.
 
Peter Sagan y Silvan Dillier salieron de Mons-en-Pévéle con 30 segundos de ventaja sobre Jasper Stuyven y Wout Van Aert y 50 sobre el resto de favoritos.

Carrefour de l´Arbre. Cinco estrellas en criminalidad
La carrera estaba abierta y aquí emergió el héroe de la jornada, el campeón suizo Dillier. Como si no le pesaran los 150 kms de escapada que ya acumulaba en sus piernas, empezó a relevar al campeón del mundo y la ventaja sobre el reducido grupo perseguidor se estabilizó en un minuto. Todos espectantes ante el tramo decisivo de Carrefour de l´Arbre. Ya dentro de este incalificable tramo, Sagan apretó y Dillier aguantó admirable. Van Aert dijo adiós a sus aspiraciones por un fallo mecánico y un cuarteto se formó como única alternativa al triunfo de Sagan: Greg Van Avermaet, Stuyven, Sep Vanmarcke y Niki Terpstra.


En este punto, no sabemos si para darle sal a un pescado que parecía vendido, comenzaron los desvaríos de los comentaristas españoles de Eurosport: Alberto Contador con anotaciones del tipo “se desliza de una manera espectacular muscularmente...”, Javier Ares, disparatado y gagaista, afirmaba que la demostración de fuerza de Sagan era tan brutal que superaba no solo a Sean Kelly y Bernard Hinault, sino que también al mismísimo caníbal Eddy Merckx, en fin...

Poco cambiaron ya las cosas. Terpstra soltó a sus acompañantes de persecución, demostró su fuerza y también su error, solo la pifia táctica le había privado de estar en cabeza de carrera. Ya en el velódromo, Sagan impuso su punta y clase a un Dillier memorable, que después de 200 kms escapado, no vendió su piel hasta el final y apuró sus posibilidades hasta la última curva del anillo. Terpstra, poderoso, se tuvo que conformar con podio.




 
Kristo Putoh 
Todo hombre es su propio mendigo.

jueves, 5 de abril de 2018

Ronde van Vlaanderen 2018





El domingo de Flandes comenzó con chubasqueros, pero el suelo se fue secando con el desarrollo de la carrera. El primer protagonista fue Iván García Cortina, confeso mitómano de las clásicas de pavé. El joven asturiano quiso ser protagonista activo del monumento, y a fe que lo consiguió. Se escapó junto con otros diez, a falta de prácticamente 200 kms y permaneció en la cabeza de la carrera durante más de 150. Pasó destacado por la capilla de Kapelmuur, allí donde exhibió piernas y plato Johan Museeuw, el León, en la edición de 1998. Más tarde, también coronó en cabeza al segundo paso de los míticos Oude Kwaremont y Pateberg.

Por detrás el pelotón avanzaba en la misma medida que se iban quitando chubasqueros y abrigo. Con cien kilómetros por recorrer se produjo la caída más numerosa de la jornada, en la que se vieron envueltos Oliver Naesen y Stijn Devolder, sin mayores consecuencias.

Iván García Cortina en Kapelmuur.
La serpiente avanzaba en el característico vaivén de pendientes agolpadas de aficionados entusiastas. Ningún favorito quiso arriesgar, la vigilancia era máxima entre todos. Fue una carrera de eliminación, donde la batalla se gana salvando las posiciones privilegiadas en cada muro.

El paso por Koppenberg trajo el espectáculo que nos gusta a todos, el que nos hace marcar este día en el calendario. Adoquín, rampas de casi el 20%, chepazos de los profesionales para mantener la verticalidad, pies al suelo y tapón. En este salvaje muro empedrado, Iván Cortina dio por finalizado su sueño. A partir de aquí un trío encabezó la carrera: Mads Pedersen, Sebastian Langeveld y Dylan Van Baarle. Por detrás Niki Terpstra empezaba a dar signos de fortaleza, al sacar unos metros en la cima a todos los favoritos.

Pero en los monumentos son los pequeños detalles los que marcan el resultado final. Así ocurrió en esta ocasión, en asfalto y en llano. Mientras Vanmarcke pedía auxilio mecánico, Stybar agitó la colmena, Vincenzo Nibali la removió más y Niki Terpstra se llevó la miel. Este último apretó con la tuerca y Nibali, impotente, vio como se alejaba hacia la cabeza de carrera. Todo esto en una carretera impecablemente asfaltada.

El holandés atrapó al trío cabecero en el último paso por el viejo Kwaremont, a 19 kms para el final. Los rebasó y no miró para atrás, Mads Pedersen fue el que más resistencia puso pero Niki estaba intratable. Su movimiento de piernas parecía un engrasado motor hidráulico. La mirada perdida en el horizonte, hambrienta de línea de meta, por momentos parecía el Undertaker a punto de triturar a un enemigo en el ring.

Todavía quedaba el último paso por Paterberg, la última cuesta empedrada del recorrido. Peter Sagan, que durante toda la carrera había guardado la posición con maestría, gastando lo mínimo, aceleró y pasó en solitario por la cima del muro. Sin embargo, el eslovaco no tenía la supergasolina de los dos años anteriores y fue absorbido enseguida.

Con el tramo final de llano hasta la meta de Oudenaarde, Niki Terpstra se homenajeó con un paseo triunfal, aún más espectacular si cabe que el de diez días antes en Harelbeke. A cien metros se exprimía Mads Pedersen, que se hizo casi veinte kilómetros, torturándose de forma admirable, viendo en todo momento a Terpstra, sin lograr alcanzarlo. Philippe Gilbert se adelantó al grupo de seguidores y completo el podio. Terpstra pasaba así a convertirse en el primer holandés en ganar De Ronde desde el triunfo de Adrie Van der Poel en 1986.




 
Kristo Putoh 
Todo hombre es su propio mendigo.