El domingo de Flandes comenzó con chubasqueros, pero el suelo se fue secando con el desarrollo de la carrera. El primer protagonista fue Iván García Cortina, confeso mitómano de las clásicas de pavé. El joven asturiano quiso ser protagonista activo del monumento, y a fe que lo consiguió. Se escapó junto con otros diez, a falta de prácticamente 200 kms y permaneció en la cabeza de la carrera durante más de 150. Pasó destacado por la capilla de Kapelmuur, allí donde exhibió piernas y plato Johan Museeuw, el León, en la edición de 1998. Más tarde, también coronó en cabeza al segundo paso de los míticos Oude Kwaremont y Pateberg.
Por detrás el pelotón avanzaba en la misma medida que se iban quitando chubasqueros y abrigo. Con cien kilómetros por recorrer se produjo la caída más numerosa de la jornada, en la que se vieron envueltos Oliver Naesen y Stijn Devolder, sin mayores consecuencias.
Por detrás el pelotón avanzaba en la misma medida que se iban quitando chubasqueros y abrigo. Con cien kilómetros por recorrer se produjo la caída más numerosa de la jornada, en la que se vieron envueltos Oliver Naesen y Stijn Devolder, sin mayores consecuencias.
Iván García Cortina en Kapelmuur. |
La serpiente avanzaba en el característico vaivén de pendientes agolpadas de aficionados entusiastas. Ningún favorito quiso arriesgar, la vigilancia era máxima entre todos. Fue una carrera de eliminación, donde la batalla se gana salvando las posiciones privilegiadas en cada muro.
El paso por Koppenberg trajo el espectáculo que nos gusta a todos, el que nos hace marcar este día en el calendario. Adoquín, rampas de casi el 20%, chepazos de los profesionales para mantener la verticalidad, pies al suelo y tapón. En este salvaje muro empedrado, Iván Cortina dio por finalizado su sueño. A partir de aquí un trío encabezó la carrera: Mads Pedersen, Sebastian Langeveld y Dylan Van Baarle. Por detrás Niki Terpstra empezaba a dar signos de fortaleza, al sacar unos metros en la cima a todos los favoritos.
Pero en los monumentos son los pequeños detalles los que marcan el resultado final. Así ocurrió en esta ocasión, en asfalto y en llano. Mientras Vanmarcke pedía auxilio mecánico, Stybar agitó la colmena, Vincenzo Nibali la removió más y Niki Terpstra se llevó la miel. Este último apretó con la tuerca y Nibali, impotente, vio como se alejaba hacia la cabeza de carrera. Todo esto en una carretera impecablemente asfaltada.
El holandés atrapó al trío cabecero en el último paso por el viejo Kwaremont, a 19 kms para el final. Los rebasó y no miró para atrás, Mads Pedersen fue el que más resistencia puso pero Niki estaba intratable. Su movimiento de piernas parecía un engrasado motor hidráulico. La mirada perdida en el horizonte, hambrienta de línea de meta, por momentos parecía el Undertaker a punto de triturar a un enemigo en el ring.
Todavía quedaba el último paso por Paterberg, la última cuesta empedrada del recorrido. Peter Sagan, que durante toda la carrera había guardado la posición con maestría, gastando lo mínimo, aceleró y pasó en solitario por la cima del muro. Sin embargo, el eslovaco no tenía la supergasolina de los dos años anteriores y fue absorbido enseguida.
Con el tramo final de llano hasta la meta de Oudenaarde, Niki Terpstra se homenajeó con un paseo triunfal, aún más espectacular si cabe que el de diez días antes en Harelbeke. A cien metros se exprimía Mads Pedersen, que se hizo casi veinte kilómetros, torturándose de forma admirable, viendo en todo momento a Terpstra, sin lograr alcanzarlo. Philippe Gilbert se adelantó al grupo de seguidores y completo el podio. Terpstra pasaba así a convertirse en el primer holandés en ganar De Ronde desde el triunfo de Adrie Van der Poel en 1986.
Con el tramo final de llano hasta la meta de Oudenaarde, Niki Terpstra se homenajeó con un paseo triunfal, aún más espectacular si cabe que el de diez días antes en Harelbeke. A cien metros se exprimía Mads Pedersen, que se hizo casi veinte kilómetros, torturándose de forma admirable, viendo en todo momento a Terpstra, sin lograr alcanzarlo. Philippe Gilbert se adelantó al grupo de seguidores y completo el podio. Terpstra pasaba así a convertirse en el primer holandés en ganar De Ronde desde el triunfo de Adrie Van der Poel en 1986.
Kristo Putoh
Todo hombre es su propio mendigo.